En las noticias escuchamos a alguien decir que había
trabajado durante todo el verano para comprarse un celular, y este se lo habían
robado, por lo que la mujer vivía una pequeña tragedia. Inmediatamente surgió
el comentario entre nosotros de lo terrible que debe ser vivir atrapado en lo
material, en el adquirir, en la espiral infinita del necesitar. Nuestra familia
suspira entre el mordisco de un pan y los sorbos del té un poco tibio. Vivimos
bien, económicamente apretados, pero al final del día poco importa porque
tenemos los bolsillos repletos de ideas, ilusiones y sueños que se hacen
realidad, en este momento Antukuri termina sus marcadores de paginas que en
cuanto los pone en venta desaparecen como si ya estuvieran predestinados a tal
o cual persona; Chorlito desaparece en uno de sus universos paralelos después
de jugar un rato conmigo a las carreras (subiendo y bajando las escaleras del
edificio); y yo imprimo “hay un niño en la calle” mientras ya comienzo a pensar
el próximo cuento para un próximo libro y una próxima ilustración y una
próxima… en fin, nos más preocupamos de lo que podemos hacer que de lo que
podemos necesitar.
Este cómic lo pueden encontrar en la biblioteca de Santiago